Cuando la verdad es un ovillo de lana

La verdad
es un ovillo de lana
mullido, colorido
se puede jugar con ella
como el gato se revuelca
por las tardes
con esa pelotita
enmarañada
y un rayo de sol
le da en la cara.

Pero el gato desespera
comienza a morder la lana
y a arañarla
a estirar sus hilos
desde el centro a los bordes
de la pieza
y entonces el ovillo
ya no es ovillo
ya no es blando
ni es tibio
sólo un montón de líneas
rasgadas y tenues
ya sin color
y sin su esencia.

Nada ni nadie
podrá rehacerlo
como antaño
ni revivir su rojo fuego,
es como aquella verdad
que sostenemos
en nuestro ingenuo devenir
de gatos
mojados y hambrientos
aquella que va perdiendo
su espesura
y que ya no gira
lanzada veloz
a un derrotero...

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