Querido Mena


Fesal Chain

Querido amigo: Nos conocimos cuando éramos estudiantes de enseñanza media hace apenas 40 años. Escribimos juntos en poeática, esa revista mezcla rara de mirada de cuervo y de figuras negras del pintor de las quimeras, donde plasmaste tus poemas geniales y tus primeros dibujos locos. Luego, en 1985 nos vinimos a estudiar al puerto, viajando desde la horrenda capital como pequeños Kerouac, en un fiat 123 que más parecía un gran bototo que un vehículo motorizado. El viaje de Santiago a Valparaíso duró más de 4 horas, por las benditas bujías sueltas y lo sentimos iniciático, acaso intuyendo que este sería el lugar donde terminaríamos viviendo y muriendo. Nos pasábamos las noches recitando a Dylan en un libro fotocopiado y borroso y a mirar los destellos fantasmales de la bahía. Fui tu adolescencia extasiada y tú, mi extravagante juventud ilimitada. Que los dioses te acojan en la luminosidad de tus pupilas y de tu risa, en la greda de tus pinturas, y en tu jugueteo de siempre niño querido Mena. Espérame en el cielo corazón, allí terminaremos de escribir y de pintar el libro aún inacabado, del aquel ser de otro mundo, de aquel animal de galaxias que nos prometimos ser por siempre. 

Tu hermano Fesal.






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