Un poeta encarcelado

I

Estoy leyendo a un poeta enorme,
hoy está en la cárcel,
importa su nombre pero no preguntes,
sólo sé que ahora,
en esta noche
en que muchos y muchas divagamos
o tantas veces nos desperdiciamos
en querellas y minucias,
hay un poeta encarcelado,
un enorme poeta
que habita "la casa de los sueños"
esas son sus palabras,
no las mías,
un poeta que me hace llorar
y reencontrar la vida...


II

Dile eso por favor, en la visita,
que limpie sus heridas con palabras
aquellas que ha sido capaz de tejer,
en su presidio,
él sabe esto,
sus palabras son lo más preciado que tiene,
están en su interior y reverdecen,
dile también cuando lo veas
que sus poemas sí
sus poemas
atraviesan los muros de la cárcel
y llegan a esta vida que tenemos
que no es maravillosa,
que también es la "casa de los sueños",
y dile,
dile que no se canse,
que trate
de no abatirse ni rendirse,
para que sus versos vuelen por Chile,
amiga mía.


No se quema

No se queman
las hojas del diario de la vida
de un hombre preso que camina
entre su compañeros saludando
no se queman.

No se queman las hojas
del diario de la vida
ni los poemas guardados
entre sus ropas de domingo
cuando llegan las visitas
no se queman.

No se queman las hojas del diario
las cubre una mirada de amor
una boca húmeda, una caricia
no se queman.

Y no se quemarán
jamás tus ojos, ni tu lengua
ni se quemará
lo sagrado que reanima
cada tarde en tu espíritu de niño
que juega con palabras
haciendo malabares
y piruetas.

¡¡No se quema!!
¡¡No se quema!!
¡¡No se quema!!

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