Laborando el comienzo de una historia, sin saber el fin
Hay una cultura en Chile, que no es necesario nombrarla o titularla, pues no es lo esencial, que huele la tragedia o la posible tragedia mientras el resto o está en cualquier otra cosa, o en el trabajo, o si está en el mundo social cree también cualquier cosa, porque está funcionando muy rápido en el engranaje de sus propios proyectos o de sus ideas y esperanzas, confiados en una cierta normalidad. Todos muy legítimos por lo demás, no hay en esto una crítica, ni una intención sarcástica, ni una descalificación a sus prácticas. Pero hay también en esta diversidad histórica una cultura transversal educada en oler los vientos tristes o el aire enrarecido de los tiempos.
Hoy caminaba por el barrio puerto a comprarle comida a la gata y un poco incómodo porque estoy convaleciente de una enfermedad, y de repente me encuentro con un amigo, un compañero, y no está de más decir, sencillo, un obrero del puerto que hace 30 años lucha día a día por cambiar esta realidad injusta, y nos pusimos a conversar sobre nuestra imposibilidad de hacer las cosas bien, de funcionar, de organizarnos en lo más mínimo al menos para realizar proyectos concretos. Y lo que más me llamó la atención de toda la charla parados ahí en plena plaza, fue su frase intercalada entremedio de esta reafirmación de tener que trabajar de buena manera: "es que además en este contexto, nos puede costar muy caro creer en los que creemos, nos jugamos la vida quizás, y tanta gente incluso nuestra, no lo entiende".
Chuta, pensé, quizás no son los tiempos de la muerte o de la represión, pero este gallo huele lo que podría pasar o al menos no lo niega como posibilidad. Y a la vez pensé en Gonzalo Rojas, el poeta, que cuando le preguntaron en su última entrevista, si era posible que volviera la larga noche sobre la patria, contestó mirando el mar, "siempre es posible en Chile". Con esto no quiero caer en la típica emoción del miedo o la política del chantaje, si no se hace esto o lo otro, estaremos en riesgo, o nos van hacer lo de allá y de acullá, no. Y menos construir una realidad desde el lenguaje, como anuncio de lo que vendrá. Sólo creo que es bueno saber, como dijo el cantor, que siempre, siempre, cuando discutimos entre amigos, razonando cuestiones de este tiempo y destino, laboramos el comienzo de una historia sin saber el fin.