Vengan todos ustedes que caminan los senderos

Fesal Chain

Vengan todos ustedes
que caminan los senderos
del pueblo fantasma en el desierto
que ocupan las plazas
y los comercios derruidos,
vengan
les contaré la historia del hombre
que encontró el portal
para pasar al mundo de los muertos.
Fue un once de noviembre
de un año lluvioso
cuando el águila sin cuerpo
deambulaba por un cielo negro
entonces el espíritu
que no era aún un hombre
ni siquiera un niño
entró a la tetera roja
donde su futura madre
preparaba el té de las cinco,
y allí se depositó en el vientre
de la mujer joven y risueña
para nacer a los siete meses
pues quería salir al mundo
antes de tiempo.
A los siete años casi ocho
estuvo a punto de despedirse
en un hospital público de mala muerte
donde las mariposas de metal
volaban por las piezas comunes
y se enterraban en sus brazos
como zancudos rabiosos
como moscas carnívoras
de filudos dientes.
A los nueve a los diez
a los once ay
y a los doce años
lo rodearon vampiros
seres de grasa y sangre purulenta
entre las mismas calles
en que deambulan ustedes en silencio,
a sus quince recorrió los caminos de Arguedas
mucho después de que el mismo Arguedas
recorriera los caminos chilenos
y mucho después de que el mismo Arguedas
acabara con su propia vida
aterrado y malherido de recuerdos
de su danza niño barro con los cerdos.
A los veinte veintiuno veintidós o más
ay el encuentro
con una bala que rozó su sienes
sus parietales, sus ojos estallando
de las cuencas de su alma
el temblor de su escalera
el terror visitando tantas veces
su estadía.
A los treinta y cuarenta fugitivo
frente al enrejado mental de su desidia
de su tintinear sin corazones
de su armadura de papel
de su nervio como flor de cementerio.
Vengan todos ustedes
que caminan los senderos
vengan.
Así como si todo y nada
a la hora de su cincuentena
el hombre se encuclilló para oír
el sonido del gusano
arrastrándose entre espinas
y escuchó a cambio el aullido del perro
atrapado en el alambre púa de la vida
diciéndole
oye tú semita parado y acostado
déjate ya de dar vueltas entre aquellos
que no entienden ni su propia vida
comienza a mirar
la quebrada del viento y el mar en sus orillas
a poner oído atento al águila sin cuerpo
a la mariposa de metal
a la danza yawar fiesta en tu pupila,
agarrate de una buena vez
con dientes y con muelas
al lomo encabritado del toro que resopla y que patea
sobre la tierra seca de la tribu
y salta ya tonto porfiado
de la quebrada putrefacta entre montañas
al alto cielo fiero de tus días.
De este modo y no de otro
el hombre encontró el portal
para pasar al mundo de los muertos y no entró
pues aún no era su tiempo.


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