En marcha victoriosa
para crear y alentar al elegido
y a los de harapo y barro embanderados,
reptando entre escombros
bajo la noche y su lucero
haciendo muecas o riendo
llorando sangre o conversando
sigilosos o en algarabía sin freno,
armados hasta los dientes
o desnudos como niños
en marcha
en marcha
en marcha victoriosa,
aplastando los cuernos
y las pupilas negras del demonio
arrancándole sus hediondas garras
y colmillos,
su lengua viperina
y machacando su inmundo paladar.