Hermanos en la poesía...y en la vida



Tengo una anécdota dolorosa con respecto a Jorge Teillier, yo recién me había separado, la primera vez, y vivía en el barrio Matta, no tenía plata para ir a buscar a mi hija, ni para alimentarla, ni darle calor, sólo 200 pesos, me compré un raspe, en un viejo kiosco pobre, y me gané 5000. Entonces viajé como una hora a Puente Alto, llovía muchísimo, recogí a mi hija de 3 años, era yo, el paraguas, ella y su bolsito rosado, la cargaba en brazos, lloró todo el trayecto desde Puente Alto al lugar donde nos dirigíamos. Me baje en una estación de metro para tomar otra micro, era un viaje de locos, pero en la casa que me recibirían, había calor, comida y amor para ambos, en esos días tristes, para ambos.Y cuando tomaba la micro en esa estación, vi en la vereda, en la berma, a Jorge Teillier durmiendo la borrachera, mojado entero. No podía realmente ayudarlo, mi hija en brazos, el paraguas, su bolsito, su llanto. Le grite Jorge, Jorge, allí nadie lo conocía, no había visto su foto o acaso nadie leía sus poemas en ese individualista y demoníaco barrio alto, sólo era para el resto, un borracho, un vagabundo. Jorge, Jorge, le grité muchas veces, no despertó nunca, le puse 1000 pesos en la chaqueta, pensé que podrían servirle cuando despertara, nunca lo supe, y le dije a mi hija aún guagua, el es un poeta y no podemos ayudarlo ahora, no podía ayudarlo, no podía... Quizás fue un aviso de poeta a aprendiz de poeta, opté por mi hija, llovía demasiado, pero me quedó la culpa y el sabor amargo de no poder alzarlo y acompañarlo hasta su casa. Esta es primera vez que cuento esta historia, y también se la mandé a una amiga por correo electrónico, para compartir la pena, para que nos sirva a los hermanos y hermanas de los dolores del alma, no sólo a ver la miseria de la vida, sino a partir de ella reconstruirla, primero para nosotros mismos y luego, si es posible, para los que amamos.

Entradas populares