Vargas Llosa el escribidor o Ay Zavalita


Fesal Chain

Era el año 1992 o 1993, y ya andaba la transición golpeteando las calles de Santiago y al igual que Zavalita yo miraba la avenida sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido Chile? (1)

Había leído Conversación en la Catedral cuando adolescente, y me dio por volver a leerla, una y otra vez. Casi ya no distinguía entre realidad y ficción, A veces yo era Zavalita a veces Zavalita era yo. El barrio Brasil y sus conventillos no era muy distinto a esa Lima de Odría del '48. Me refiero a la pobreza y al desencanto, a la turbia esperanza de la alegría prometida entre cuatro paredes. No por supuesto al famoso eslogan "hechos y no palabras" del militar nacionalista. En Chile de comienzos de los '90 y por lo demás casi siempre en la historia nacional el eslogan internalizado en la tontera cotidiana ha sido y es más bien "palabras más que hechos".

Comencé a leer a Vargas Llosa y a García Marquez a la par, cuando tenía 12 años. Eran junto a Donoso, al menos en la casa de mi padre y de mi madre, lecturas obligatorias, por decirlo de algún modo. El boom latinoamericano de autores como Cortázar, Fuentes, y otros, que llegaron con menos fuerza o simplemente no llegaron a Chile.

Por ello se me hace tan difícil y a propósito de la estupidez chilena, colocar a esos autores y sus obras en el harnero de la ideología o de la política a secas. Ahora se ha dado mucho esa tendencia y en especial con el peruano recién elegido Premio Nobel de Literatura. Recuerden ustedes que en plena campaña presidencial, fue pifiado al entrar a la ceremonia de la inauguración del Museo de la Memoria de Chile. Se puede fundamentar demasiado al respecto, pero rescato lo que ha dicho el poeta Juan Cameron en relación al Nobel otorgado al novelista, que "se premia la calidad literaria" y lo afirmado por el escritor chileno Omar "Pancho" Pérez Santiago: "En mi tiempo, los huevones, los tarados, invalidaban hasta a Jorge Luis Borges".

No pretendo hacer un estudio literario de Vargas Llosa, daría para largo, me quedo, respecto a su obra, con una reflexión del propio novelista en una entrevista de Alonso Cueto en octubre del 2007 donde afirma "Recuerdo un libro de David Gallagher que fue uno de los primeros libros que se escribió sobre los autores del boom, cuando él era profesor en Oxford. Era un libro de ensayos sobre novelas. Allí hay un ensayo sobre Conversación en La Catedral que a mí me impresionó mucho. Decía más o menos lo siguiente: que en la novela se presenta al poder –al vértice del poder– como sucio. Cada vez que la historia se acerca a ese vértice, decía Gallagher, la historia se ensucia en el lenguaje, en las situaciones, en las ocurrencias. A medida que se distancia, en cambio, el lenguaje se va limpiando". (2)

Por lo mismo, al otorgarle el Premio Nobel de Literatura 2010, la Academia Sueca nos dice que fue elegido por su "cartografía de las estructuras del poder y las aceradas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo". Es evidente que el peruano ha cartografiado al poder y al individuo derrotado, desde una mirada desencantada de la izquierda y propiamente liberal, como rechazo a los totalitarismos marxistas realmente existentes, pero también como rechazo a las dictaduras de derecha. Su mirada es descarnada: "Yo creo que el liberalismo es realista pues parte de unos hechos muy concretos respecto al ser humano y a la naturaleza humana. A muchos de nosotros que estamos todavía muy impregnados de romanticismo nos cuesta trabajo aceptar, por ejemplo, que somos seres profundamente egoístas, profundamente centrados en el interés particular. Me parece que montar enteramente una organización de la sociedad partiendo del principio básico del altruismo generalmente nos lleva a la irrealidad, a una ficción. El liberalismo parte de una realidad mucho más pedestre y para muchos deprimente: que hay unos intereses personales muy relacionados con el egoísmo, no con el altruismo, que determinan, si no en todos los casos, en la mayoría de ellos, la conducta de los seres humanos. Entonces es preferible reconocer la sociedad partiendo de esa realidad en vez de partir de la irrealidad de creer que los seres humanos funcionan por idealismo, por altruismo o por generosidad. En la mayor parte de los casos, los seres humanos tienen intereses, defienden posesiones o derechos". (3)

Podremos o no estar de acuerdo con su adscripción ideológica y filosófica o la salida política que le da a la historia de las relaciones humanas, a partir justamente de dicha adscripción, pero lo que no podemos negar son dos cuestiones fundamentales: que su visión se asienta en una sólida reflexión del mundo social, nada de mentirosa, y que su literatura es de una calidad, profundidad y delicadeza excepcional, en tanto desde lo propiamente peruano y latinoamericano, es capaz de crear personajes, entretejer historias subjetivas y sociales y ser el escribidor por excelencia, capaz de entroncar su obra completa en el espíritu de una época llena de sobresaltos y ebulliciones, que va al menos desde la década del 50 del siglo pasado hasta nuestros días. Historia desde donde usted que lee, y desde donde los grandes personajes históricos y el hombre y la mujer cotidiana pertenecientes a la totalidad de las clases sociales y elecciones políticas, se ven reflejados en su verdadera existencia y no meramente descritos y puestos en una realidad inventada, desde los sueños de algún iluminado o pertinaz embaucador.

Como no soy un critico literario, y me presento como escritor, casi siempre cual aprendiz de brujo, probablemente me quede corto, al tratar de analizar o hablar sobre la obra de Mario Vargas Llosa. Reitero que no es realmente mi objetivo. Sólo hacer ciertos contrapuntos literarios y digresiones socio-políticas, y por sobretodo celebrar y realizar mi humilde homenaje a este escritor que nos ha acompañado desde hace 50 años, en la comprensión del mundo y del hombre.

Hoy en pleno 2010 y ya marchita la transición y acaso madura como modelo liberal de vida, recuerdo Conversación en la Catedral y las interpelaciones y reflexiones de Zavalita como si fuera yo mismo:

"¿Y si te inscribías ese día, Zavalita, piensa? ¿La militancia te habría arrastrado, comprometido cada vez más, habría barrido las dudas y en unos meses o años te habría vuelto un hombre de fe, un optimista, un oscuro puro heroico más? Habrías vivido mal, Zavalita, como habrán Jacobo y Aída piensa, entrado a y salido de la cárcel unas veces, sido aceptado en y despedido de sórdidos empleos, y en vez de editoriales en “La Crónica” contra los perros rabiosos escribirías en las paginitas mal impresas de “Unidad”, cuando hubiera dinero y no lo impidiera la policía piensa, sobre los avances científicos de la patria del socialismo y la victoria en el sindicato de panificadores de Lurín de la lista revolucionaria sobre la entreguista aprista propatronal, o en las peor impresas de “Bandera Roja”, contra el revisionismo soviético y los traidores de “Unidad” piensa, o habrías sido más generoso y entrado a un grupo insurreccional y soñado y actuado y fracasado en las guerrillas y estarías en la cárcel, como Héctor piensa, o muerto y fermentando en la selva, como el cholo Martínez piensa, y hecho viajes semiclandestinos a Congresos de la Juventud, piensa Moscú, llevado saludos fraternales a Encuentros de Periodistas, piensa Budapest, o recibido adiestramiento militar, piensa la Habana o Pekín. ¿Te habrías recibido de abogado, casado, sido asesor de un sindicato, diputado, más desgraciado o lo mismo o más feliz? Piensa: ay, Zavalita". (4)





(1) Paráfrasis a Conversación en la Catedral.
(2) La cocina de las letras. Una conversación con Mario Vargas Llosa por Alonso Cueto, en Letras Libres, Octubre del 2007.
(3) Ibíd 2.
(4) Conversación en la Catedral.


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