Carta a los comunistas de Chile


Fesal Chain, escritor


"Un millón de horribles retratos
de Stalin cubrieron la nieve
con sus bigotes de jaguar. 
Cuando supimos y sangramos
descubriendo tristeza y muerte
bajo la nieve en la pradera
descansamos de su retrato
y respiramos sin sus ojos
que amamantaron tanto miedo...".
Pablo Neruda

Desde la década de los 80’ fui muy cercano a los comunistas. Me sentí solidario con sus derroteros y de sus luchas. En la medida de mis capacidades colaboré desde sus rebeldías para terminar con la dictadura. En plena caída del muro de Berlín, comencé a tener una relación más cercana, pues me parecía que realizaban el preciso contrapunto crítico a una centro izquierda incapaz de romper con la herencia ultra derechista. Y ya desde el año 2006, me uní formalmente a sus filas.

Nunca fui ingenuo con la posición del partido sobre los socialismos reales o los llamados socialismos del siglo XXI, pero valoré mucho más su proyecto de construcción en nuestro país, que lo distinguió por sobre cualquier intento dictatorial. Por otra parte, siempre me resultó paradojal que quienes junto a Allende y la Unidad Popular habían sido capaces de implementar nuestro proyecto en democracia, pluralismo y libertad, en el ámbito internacional se hubiesen apegado en los tiempos de la guerra fría a regímenes totalitarios y que, en situaciones de represión, los hayan justificado o analizado acríticamente.

Pero ha corrido ya demasiada sangre bajos los puentes de los estalinismos y de los fascismos, como para no tener hoy una posición clara y frontal en torno a la preeminencia de los derechos humanos y de la democracia en el mundo. No es permisible una dualidad valórica y política entre el proyecto democrático nacional y los apoyos internacionales. Nunca he estado y tampoco estoy en el presente, disponible a ningún tipo de silencio, justificación o racionalización de lo que considero políticas criminales de cualquier gobierno, sea cual sea su tinte ideológico, como han sido los casos de Venezuela y de Nicaragua con la represión indiscriminada a su población por parte de agentes del Estado y paramilitares. Frente a este terrorismo de Estado, el partido ha tenido una actitud ambigua o de llamados abstractos a la paz, al igual que gran parte de la izquierda chilena, incluyendo a los nuevos conglomerados.

Dado lo expuesto, he presentado mi renuncia al partido COMUNISTA DE CHILE en el Servicio Electoral, con la esperanza de que en algún momento del siglo que nos interpela, sus militantes y también los militantes de la izquierda, lograrán discutir sobre la coherencia entre el proyecto democrático en Chile y la obligatoria repulsa a cualquier socialismo autoritario, militarista o de corte estalinista y genocida, en un mundo donde la justicia contra los crímenes de lesa humanidad y el estatuto de la democracia se han globalizado. Como dijera nuestro Presidente mártir Salvador Allende, "pocas veces los hombres necesitaron tanto como ahora de fe en sí mismos y en su capacidad de rehacer el mundo, de renovar la vida".




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