Risa de septiembre


El cerro
se cae al mar
el mar abre su gran boca
negra en su artilugio,
baila la danza el árbol
agrietado
de piel de roca vieja,
un viento caliente
enseñorea su capa
y su mugido,
volantín cortado
trampeando al aire,
volantín sobre los techos
de brea
enredado entre el cablerío
y el ulular atormentado
de la sirena de algún barco
o de la casa encendida
y llamarada,
volantín chupete
de la pobreza
que se muerde las manos
y el ojo tuerto,
y la risa de septiembre
no es ni risa ni primavera
ni pelota
ni cabro chico revoloteando
en ningún cerro,
la risa no es risa
la risa no es llanto
ni llamadas de amor
que desespera en la plaza de los perros,
la risa sólo es, sólo es,
la mueca habitual
detenida,
que siempre queda,
la risa
de septiembre
es un volantín clavado
en el agujero inmenso
del cielo fijo
de un país deshabitado
de su ser,
de un país
hinchado
atiborrado
de su nada.

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