Mi vida, la tuya y la guinda de la torta




Fesal Chain

Creo que no es equivocado en absoluto, partir escribiendo estas líneas con una cita de quien fuera para muchos de mi generación, un referente poético, desde la música popular y el rock:

“Ya no quiero vivir así,
repitiendo las agonías del pasado,
con los hermanos de mi niñez,
es muy duro sobrevivir
aunque el tiempo ya nos ha vuelto desconfiados
tenemos algo para decir:
es la vieja canción de dos por tres,
las cosas ya no son como las ves”.(1)

Porque si de hablar de algo real, que conozco más que suficiente, es de mi propia vida, y tal como dice nuestro Charlie: “yo (...) nací sin poder/ yo (...) luché por la libertad pero nunca la pude tener/ yo (...) viví entre fascistas/ yo (...) voy en el altar/ yo (...)nací con los que estaban bien/ pero a la anoche estaba todo mal”.(2)

Entonces, qué soy, qué somos realmente. En lo que a mi respecta el espejo escupe la respuesta-refleja, la imagen mueca resumida en esa frase que me lanzaran a la cara: “Tú no estás nunca conforme con nada, sigue así, pero no me arrastres en tu amargura”.

Qué soy, qué somos realmente. ¿Acaso soy esas ya incontables páginas escritas, perdí la cuenta, no sé, 1.000, 2.000, 3.000 o más, esos incontables libros virtuales, la palabra enrarecida entre cientos o miles de poemas, crónicas, novelas, ensayos catastróficos o meramente reales, mientras mi cuerpo deambula en una sociedad cerrada, en que la cultura siempre se refiere a iconos esqueléticos, de cabellos ralos y uñas largas, de un pasado que muerde el polvo en tumbas descascaradas bajo la lluvia?

Y mientras escucho una radio llena de melodías pegajosas, empalagosas, no dejo de pensar y releer a Reich, y te digo con sus palabras, escucha Pequeño Hombrecito:

“No puedes comprender que existen hombres y mujeres que son incapaces de suprimirte o explotarte, que son los que realmente desean que seas libre, real y honesto. No te gustan estos hombres y mujeres porque son extraños para tu ser. Son sencillos, (...) para ellos, la verdad es lo que para ti son las tácticas. Miran a través tuyo, no con mofa sino dolidos ante el destino de los humanos; pero te sientes traspasado por su mirada y en peligro. (...) Sólo los aclamas, Pequeño Hombrecito, cuando muchos otros Pequeños Hombrecitos te (lo ) dicen. Tienes miedo de (estos) hombres, de su proximidad a la vida y de su amor por la vida. Este (...) hombre te ama simplemente como a un animal viviente, como a un ser vivo. No quiere verte sufrir como has sufrido durante miles de años. (...) No quiere verte como una bestia de carga, ya que él ama la vida y quisiera verla libre de sufrimiento e ignominia”.(3)

Leía a un ex Presidente: “Cultura no es un aderezo. No es la guinda de la torta. Cultura es lo más profundo del alma de un país. Pocos recordarán quienes eran los gobernantes en la época de Bach o de Mozart, ¿verdad? Si uno mira el Chile del siglo XX, y parecen esos iconos que son Neruda, y la Mistral, Huidobro, a lo mejor, muchos se preguntarán, ¿y quién era el Presidente en esos tiempos”. (4)

Pero yo no me pregunto eso, PARA NADA. Yo me pregunto quienes son los Neruda, las Mistral, los Huidobro, los de Rokha, DE ESTOS TIEMPOS, cuál es el alma de Chile HOY, quienes la corporizan HOY, en tanto, OTROS tratan a la cultura como aquello que se ha ido y como aquello que pueden celebrar sin riesgos. (“Es bien cierto que quieres tener “genios” y estás ansioso por rendirles homenaje. Pero quieres uno (...) bueno, uno con moderación y decoro, sin extravagancias, en resumen, uno (...) decoroso, medido y ajustado, no uno (...) ingobernable, indomable, que rompe con todas tus barreras y limitaciones. Quieres un “genio” limitado, con las alas cortadas y bien vestido, al cual puedas hacer desfilar triunfalmente por las calles de tus ciudades sin avergonzarte”).(5)

Pero dime, ¿acaso no podrá ser, que quien arrastra su amargura y rebeldía real por estas tierras frías, (que tú tanto aclamas como el territorio de las reformas, oportunidades y de los éxitos, o de la fértil provincia para tus promesas de manual rojo), el que sí sabe y se preocupa sistemáticamente en su sencilla, amarga y rabiosa reflexión, de lo que te pasa y por qué sufres como él mismo sufre?

Seguramente me tratarás de soberbio, porque digo: sé que “es muy duro sobrevivir” y sé que “las cosas (...) no son como las ves". Entonces indagarás mis limitaciones, me sicologizarás, me investigarás y construirás tus razonamientos, para acallarme y disminuirme, para descalificarme. O en el peor de los casos, que pasa a ser regla muchas veces, destruirme. Pero no importa, lo único que te digo es que, es cierto que nunca estoy conforme con nada y que llevo ya demasiadas e incontables páginas escritas, y que perdí la cuenta, mientras mi cuerpo deambula en una sociedad mediocre, mercantil o embanderada de gritos y consignas, que tú levantas una y otra vez como un errático animal de costumbres, como un buey que no desea verse a sí mismo.

Y que sobretodo sé, que una vez que mi cuerpo esquelético, de cabellos ralos y uñas largas, muerda el polvo en una tumba descascarada bajo la lluvia, cuando no sea peligroso o molesto para nadie, ahí probablemente dirás por boca de loro, que yo sí te amaba, que mis textos fueron parte del espíritu de una época, de la cual no se recuerda a los políticos que la gobernaban. Para eso servimos los escritores y escritoras, los artistas, a la gente como tú, para ser desde el pasado, aderezos del presente, la guinda de la torta de tu ceguera y conformismo o de tu ilusión de cambios de gatopardo. “Los “genios” limitados, con las alas cortadas y bien vestidos, a los cuales puedas hacer desfilar triunfalmente por las calles de tus ciudades sin avergonzarte”. Y probablemente repetirás de tus líderes, que desde mis palabras sólo deseaba ayudarte a tener identidad sobre explotaciones y dominios, ayudarte a no sufrir como has sufrido durante miles de años.

En tanto en este presente de presentes, y puede que no te importe, yo sufro de verdad, al no poder sacarme y sacarte del encierro AHORA, y que me conozcas y me escudriñes en mis palabras y que reflexiones, directamente, sin mediaciones. Así, escribo triste casi siempre, entre estas cuatro paredes no tan blancas, mirando un mar desmoronándose en mis pupilas casi viejas. Y si algo puedo pedirte, es que por favor no me contestes, porque hoy “no deseo oír tu parloteo como has parloteado durante miles de años”. (6)






(1)Charlie García, Canción de dos por tres.
(2)Charlie García, Demoliendo hoteles.
(3)Wilhelm Reich, Escucha Pequeño Hombrecito.
(4)Lagos, de vuelta a la oposición, El Mercurio 30 de Mayo del 2010.
(5)Ibídem 3.
(6)Ibídem 3.

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