Hay que decirlo

Me miro
es simple,
siempre me miro
hacia adentro me miro
y uno y otro ojo
me acompañan,
fue mi amiga
el agua
ya como caída infinita
sin descanso
desde las cumbres
negras de mi selva
o pequeña hecha espejo
en los callejones de barro
de mi pueblo muerto,
y las ventanas también
siempre me acompañan
porque hay que decirlo
de una vez,
estoy adentro
adentro de mí mismo
y cada casa que ocupo
en verdad inhabitadas
no son sino la mala metáfora
de mi encierro
de mi mirada a los hombres
y mujeres que pasan idos
por la calle que exuda
húmedas historias de familia
y flores que se pudren
en la greda.
Es que soy de esa raza
de ese fenotipo
de seres que nacieron
entre sacos de harina
montoneras de yerba mate
variadas legumbres
y olor a abarrotes
que de niño tuvieron que adivinar
la torva pupila del indio
y su lengua cortante
y entregarles lo debido,
soy de esa raza de seres
que esperaban
largas horas
saltar naranjos peces
de un lago inmenso
como mar
y que jugueteaban
entre los puños de gigantes
socavando la mañana y el ocaso.
Soy de esa raza taciturna
y tímida
hay que decirlo,
y todo lo que veis
mis bravatas
mis exultantes gestos y palabras
mi bandera
nos son más que el extraño ropaje
que me pongo cada día
para salir
a la capital del reino
y no mostrar el desgarro
de la planta arrancada
de la berma del camino
y puesta por mano ajena
en el falso jardín
de la urbe maltratada.

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