Al maestro con cariño



Esa mañana,
llegue a la universidad
no se por qué motivo
quizás por auto engaño
de fiesta y risotada,
y me encontré con un funeral
en el hall central de la vieja casa
con gritos y tembladeras de cuerpos
en el patio.

Qué pasa pregunté
y me clavaron los ojos llorosos
las mujeres,
me miro mi profesor
amigo y compañero también
por esos años
me dijo:
Que nos han matado a los hermanos
que nos han matado a los hermanos.

El mareo que me dio
hizo que me reclinara en su hombro
y me explotó la cabeza en mil pedazos
lloré como un niño castigado,
nos habían matado a nuestro Ignacio
acaso el más preclaro de todos
el más humano.

Nos habían matado a aquel
que nos enseñaba economía
a nuestro maestro dedicado
el que explicaba El Capital
con la velocidad de un rayo
y relacionaba
el valor de uso y el de cambio
con la necesaria
rebelión de aquellos años.

Nos habían matado a nuestro Ignacio
jamás olvidaré
en lo que me resta de mis días
su cuerpo tirado en Alhué
como si fuera una cosa
tapado con diarios
y jamás olvidaré en su nombre
que brilla en los corazones
de quienes nunca lo olvidamos
a los héroes de esa trágica jornada
a mis amados 12 hermanos.

Para los jóvenes de hoy
que sueñan con un Chile nuevo
capaz de ser amado,
fueron ellos, todos ellos
y nuestro Ignacio
los que nos enseñaron con premura
que no sólo había que ser rebelde
ni bastaba odiar con pasión
a aquel tirano,
que no sólo había que armarse
hasta los dientes,
había que ser el mejor
en nuestro ámbito,
estudiar como el que más
inviernos y veranos
y que había que entender
con dedicación de artista
el escenario.

Todo eso y algunas cosas más
era ser comunista y revolucionario
como lo fue Ignacio Valenzuela Pohorecky,
acaso el más preclaro
nuestro querido maestro
tan humano.

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