No pertenezco


Es cierto
no pertenezco
a aquellos que amo,
no me pertenecen.

Pero caí aquí
parado
en el lugar bendito
donde la tierra y el polvo
siguen siendo extensiones
infinitas.

En el lugar
donde los animales de la cuadra
juguetean juntos
y los hombres y mujeres
en triciclo
andan de arriba para abajo,
con kilos de abarrotes
y verduras
mirándose a un espejo
y coloreando en la pupila
sus retratos.

Es cierto
no pertenezco
a aquellos que amo,
no me pertenecen.

No nací aquí
ni fui uno de ellos
en la escuela
o compañero en la fábrica
de paredes de hojalata
o en el galpón
donde las chispas
revientan en los rostros
resguardados.

Es cierto no nací aquí
ni pertenezco realmente
pero no podría
estar en otra parte
dejar de caminar
por estas calles
o conversar
con los vecinos.

No podría realmente
escribir
sobre las flores
o sobre niños radiantes
y plazas de colores
o sobre los dolores de cabeza
de una mujer afectada
en una cama.

Escribo
de herramientas
y de harapos
de paisajes humanos
y divinos
del esfuerzo
de los que son mayoritarios.

Y no del camello ni la aguja
o de veloces autos
y piscinas
ni menos sobre aquellos
que siempre han sido
mercenarios.

Escribo en suma
sobre la vida
y la muerte
de los que siempre
he amado y siempre amo.

Que por las noches
se me llena el alma
de signos y de rayos
verdaderas explosiones
que me anuncian
por qué estoy aquí
y porque nunca podré
huir de mi mismo
ni del barrio.

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