Vengo de un tiempo remoto


es cierto,
vengo de un tiempo antiguo
de un tiempo remoto
no soy exactamente
un hombre del siglo 21
ni siquiera del 20,
soy el primogénito de Aristóteles
o probablemente
de Yûhannâ ibn al-Batrîq
quien tradujo su Política,
soy Ismael
hijo de Abraham
y de la esclava egipcia,
y del primer Chain
escritor
perdido en las tinieblas
de al-Andaluz,
soy hijo del judío errante
en los trafalgares
de la Europa craquelada,
y que escribió en su pobreza
y en su soledad húmeda
el Manifiesto Comunista,
soy hijo acaso
de los primeros
vagabundos de la estepa
y de Taras Bulba
y de los marginados y locos
de la Rusia empobrecida
bajo el látigo zarista,
y mi sangre
lleva la sangre de Máximo Gorki
o la de su entrañable amigo
Vladimir Ulianov
de frente amplia
y mano vigorosa,
y atravesando mares y desiertos
soy hijo de Leftraru y Guacolda
y de José Miguel,
y en su nombre adherido
hijo de Georges-Jacques Danton
y del grito de Marie-Jeanne Phlipon
frente a la crueldad de Robespierre,
y soy de uno y otro modo
el hijo nostálgico del sueño
de Thomas Jefferson
pegado a las pupilas
de Arcos, de Bilbao y de Lastarria,
porque no soy un hombre de mi tiempo
realmente,
sino de todos los tiempos
de los que ya se han ido
y de los que vendrán,
hijo de Recabarren
hijo de Blest
hijo de Allende
y el retoño
malherido de Miguel,
de Santucho
de Sendic,
hijo de mi padre y de mi madre
del abuelo palestino
atendiendo el almacén
abandonado
en el valle de Linares,
hijo de mis hijos
y de mis nietos
hijo de todo el pasado
y de todo el mañana
que no llega,
soy
quien vuelve a germinar,
en la manos y en la tinta
de los primeros escritos
del filósofo
que justo ahora,
en este momento
de momentos
más allá de los desiertos
y del mar,
escribe
su Política.

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