Nicaragua tan violentamente amarga

Fesal Chain

Estoy cansado es tarde
muy tarde en Chile,
pero no puedo dejar de pensar
en Teyler Lorío Navarrete
de catorce meses.
“Era inocente
y lo mataron los malditos”,
sollozaba la abuela.
No puedo borrarme
de mi cabeza
la imagen de su cabeza reventada.
“Era un niño que no sabía nada.
No tenía culpa de nada y lo mataron”,
murmuraba su tía con dientes apretados.
No puedo dejar de verlo
en su pequeño ataúd blanco
abierto al cielo de Managua.
“Despertate. ¿No querés tu chichita?"
lloraba la madre acurrucada en el niño,
mientras el abuelo deseaba revivirlo
poniendo en su pecho
el peluche tigre de colores con el que jugaba.
“Justicia, justicia, justicia”, gritaban en barrio
durante el negro sepelio.
Y yo tan lejos, tan lejos
no puedo borrarme su imagen,
ni dejar de verlo en su ataúd blanco
abierto al cielo de Managua.


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