Recorridos sobre la navaja I

Fesal Chain

Ha llegado la hora de contar la historia
de un niño del sur que caminó
por el filo de la navaja casi toda su vida
hasta que la navaja lo partió en dos,
él creía que los pobres detrás de su reja
por el camino de barro hacia el lago
eran mucho más libres que él
en su casita de persianas americanas
y sus dedos con gusanos,
él creía que todos sus tíos comerciantes eran más felices
que su padre y madre
dentro de la vieja cama que daba al gallinero,
así la historia, hasta que llegaron los soldados
envueltos en taques con sus ametralladoras
frente al viejo jardín de reja blanca
pintada junto al cordero amarrado a un palo,
entonces el niño se daba cabezazos contra la pared
de un departamento de 40 metros cuadrados
frente a una Avenida de la capital llena de luces sin amor
hasta que tuvo fiebre y su padre y su madre lo desnudaron
para ponerle paños fríos en el estomago y despertó del sueño,
el comenzó a creer que la ciudad era una larga espera
que volvería al sur a escuchar las cuatro estaciones
a mirar a su amigo tocar el violín y a bailar
arriba de los mesones con telas
a besar al cordero y correr por el pasaje
con su volantín de papel de diario,
pero el niño despertó en un gran patio de tierra sin lluvia
con altavoces colgando de postes
que gritaban Rapsodia Bohemia
y se metió a cualquier sala y allí otros niños
salían en fila al patio donde de nuevo
los soldados con sus metralletas
apuntaban a los cerros y al suelo,
pero ya no se dio cabezazos en ninguna pared
ni escucho al verdugo de turno
sólo la vio a ella con su moño estirado tan morena
como esos niños que detrás de su reja caminaban
por el camino de barro hacia el lago,
ese fue el primer recorrido sobre la navaja.


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