Como esperando abril

"Luego entro los ojos
chorreando esa luz de infinito,
y es cuando necesito
un perro, un bastón, una mano, una fe.
Y tú pasas tocando
el frío con suave silencio
y, ciego, te sentencio
a que nombres todo lo que ahora no sé."

Como esperando abril, Silvio Rodríguez, 1975.


Conversaciones de tardes de calor con un amigo viejo. La primera vez que lo vi fue frente a la Casa Central de la Universidad Católica de Valparaíso, me preguntó si sabía de radio o más bien recordó que yo había dicho por ahí que había sido en mi niñez el Director de la Radio del colegio. Era un pretexto lo de mi amigo, para invitarme a las reuniones de los socialistas en Valparaíso.

También recuerdo una vez que yo andaba deprimido y él fue a la pensión donde yo pasaba mis días y mis noches, con un sanguche de mortadela de regalo. No se justificaba mi hambre sino porque andaba trastabillando mi existencia, pues tenía más recursos que cualquiera de mis compañeros de escuela. Pero no sólo de pan vive el hombre o dicho de otro modo, el dinero no sirve sino uno no es capaz de poner en marcha todas su fuerzas y potencialidades, con la cabeza en alto.

Me recuerdo de todo aquello, pues mi viejo amigo me ha llamado hoy. Y raramente se ha repetido la vieja conversación, la vieja situación de ayer cuando en mi adolescencia, me sentaba en una vieja silla de madera a mirar el mar, como esperando abril.

Mi amigo tiene un olfato enorme para hacer plata, acaso ha sido su historia de niñez entre cerros y volantines, lo que hizo que fuera un luchador casi innato. Por mi parte y como decía el Gitano Rodriguez, mi origen clasemediero y educado en colegio burgués , realmente no me otorgó la fuerza del busquilla y del pillo en buena lid. No acuso a mi amigo de nada, no se malentienda, todo lo contrario. Creo que esa capacidad de buscar-encontrar, de intercambiar y ganar, se la merece, y no tiene mucho que ver con neo liberalismos ni economías , sino con la necesaria y tan preciada autonomía de la que yo hablo y escribo tanto.

Mi amigo tiene un olfato para la amistad. Es decir intuye entre lineas cuando mis escritos son verdaderas creaciones que nacen de lo profundo de lo humano y cuando no son más que rabietas y vueltas de tuerca a la misma dura realidad que me ha tocado vivir y que a su vez he construido con endebles mecanos de madera, a través de mi y desde mi para otros y otras.

Es cierto, como decía Billy The Kid, lo único que quiero es salir de aquí, pero el aquí no es un barrio, ni una mujer, ni una actividad concreta. El aquí es el mí mismo, soy yo. Ardua lucha por la individuación incompleta. Salir de la cárcel que me he construido a lo largo de los años. No es la celda de la literatura, que más bien es lo único que tiene llave. Es la celda enorme de la insatisfacción permanente. Claro para quienes leen puede ser una especie de farol en las tinieblas, una mirada que no tienen, que los hace divagar y pensar en nuevos derroteros, pero para quien escribe, es a su vez el sempiterno caracol de sueños, la permanente huida errada hacia al Minotauro.

No puedo ni debo culpar al mundo de mis experiencias y miradas. El mundo simplemente es la constante, la variable, el vector fundamental somos nosotros mismos, eso yo lo sé muy bien. Debo salir de mí, como dice mi amigo querido. Pero para conversar y ponernos en la misma linea del mismo horizonte curvo de una tierra baldía, al decir de Eliot, también mi amigo debe reconocer al menos una cosa, nuestra patria se ha construido sobre monedas y tintineos y a lo sumo sobre amistades del mismo barco donde es la marina mercante la que campea. Entonces también es cierto,que la soledad rebelde que me he puesto como chaqueta barata, cobra sus desparpajos y deudas, violentamente.

Amigo mio, tu mirada que supera el ojo, es cierta, pero mi boca también lo es, la lucha es ardua y no podemos dudar en el combate, pero recuerda una y otra vez que los marineros en este tiempo ido, olvidaron también a sus compañeros de ruta y las viejas canciones que cantábamos y bailábamos en la cubierta, mientras moría el Albatros. Los viejos marinos olvidaron cuan iguales eramos realmente.

Mientras tanto como el viejo Silvio en su primera canción, de su primer disco, yo se muy bien, muy bien, que:

"Mucho más
allá de mi ventana,
las nubes de la mañana
son
una flor
que le ha nacido a un tren".


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