Memorias del Subdesarrollo II
Fesal Chain
Estos son cuatro párrafos del artículo Memoria del Subdesarrollo I, interesante detenerse en ellos e intercalarlos con nuevas reflexiones:
"Hace algunos días me puse ha leer a dos siquiatras que hablaban del sentido de realidad y de la prueba de realidad. La primera es la experiencia afectiva de la realidad, siempre subjetiva e intransferible, la segunda el ejercicio cognitivo y racional sobre la realidad misma y también una puesta a prueba justamente de nuestra experiencia (afectiva)."
El proceso de conocimiento global no es sino en este entendido, una dialéctica entre comprensión cognitiva y comprensión afectiva. Las reuniones de colectivos políticos históricos, por ejemplo, comienzan con la recuperación, no sólo de la memoria del horror, sino también de la memoria del amor. Es necesario en esos encuentros recuperar todo aquello que (nos) convocó y las experiencias hermosas de relaciones sociales solidarias y con una carga afectiva enorme, que permitieron pasar por alto nuestros errores, nuestras debilidades y a su vez valorar todo aquello que era individual y colectivamente nuestras fortalezas y valores. En la izquierda hay muchísimo de la reserva ética de la patria.
Sin embargo las reuniones de colectivos, no son terapias de grupo, y aunque lo fueran, las terapias jamás se quedan en el mundo de los afectos como una ronda interminable de observación afectiva de lo humano. Lo humano es más amplio.
Así, tan necesario como reconocer(nos) en la memoria afectiva y en la visión particular de la realidad, es comenzar a reconocer los procesos y actos en los que efectivamente nos equivocamos ayer y hoy, como agrupaciones de lo político. Nos basta con saber y realzar el amor sino proyectar este amor y esta experiencia subjetiva de militancia en los procesos objetivados y de relaciones hacia un "afuera", hacia la comunidad y la sociedad y como en ella no supimos o no sabemos hacer lo que debíamos hacer o si lo hicimos, como otros fueron vencedores sobre nuestros actos y apuestas.
Es cierto que no es posible conocer la realidad sino es a partir de uno mismo y de las propias experiencias, pero también es cierto que es posible contrastar pensantemente nuestra propia experiencia, no sólo con las experiencias de los demás sino con los procesos de la realidad social en su conjunto. Lo que ayer decíamos, que querer es poder, es absolutamente falso. Querer no es poder, querer es querer, y poder es poder. Por eso que en el fondo, cuando recorremos el camino de la relación dialéctica entre la experiencia propia y la comprensión de esta experiencia y del mundo de las relaciones, más allá de nuestros afectos y emociones, pero pasando por estas, logramos poner al día nuestro querer y nuestro poder, logramos pensar nuevas acciones eficaces.
Yo quiero un Chile más justo, más igual, yo quiero el socialismo en mi patria, yo quiero que ese socialismo sea libertario y no autocrático, yo quiero que la izquierda chilena sea capaz de trabajar unida y comandar el cambio. Pero los procesos que se dan más allá de nuestras voluntades son otros. ¿Como podemos realizar un acoplamiento entre nuestro querer y la realidad social que a veces se aleja tanto de él?
Acaso una respuesta tentativa, es tratar de adecuar nuestros quereres y el valor que les damos a nuestra experiencia y la mirada propia de la realidad, con aquello que efectivamente sucede en nosotros y en los otros y a partir de ello, pensar en lo que podemos hacer, evidentemente por aquellos derroteros que más se acercan a nuestros afectos, a nuestra voluntad, a nuestras expectativas, a nuestro amor y a nuestro proyecto estratégico.
Mis primeros artículos fueron de trinchera, fueron un golpe, un schock a los afectos y a las identidades, pero tenían y tienen un propósito, si se puede decir superior,: deconstruimos identidades, quereres y valores e incluso saberes y proyectos, para a partir del derrumbe de lo viejo, construir nuevos valores, nuevos amores, nuevas identidades proyectos y acciones que nos permitan edificar efectivamente aquello que realmente queremos, en consonancia con lo que pasa en el mundo y en Chile. Porque en el ejemplo de la izquierda chilena, que somos nosotros mismos, hay una promesa incumplida, no hemos logrado construir el socialismo, el amor de Chile, como dice el poeta.
Decía en el primer artículo sobre la Memoria del Subdesarrollo: "Sé muy bien que cuando escribo estoy expuesto al juicio de los demás. El problema, y así lo he observado reiteradamente, y los invito a revisar los comentarios variados, es que los juicios de estos demás, rara vez son racionales, rara vez apuntan a poner en entredicho las premisas y conclusiones de mis artículos, siempre apuntan a la memoria afectiva de cada uno, a la experiencia íntima de la realidad. A la historia muy propia de su alegrías y penas. Por tanto el ejercicio de respuestas a mis textos, son siempre o casi siempre falta de ejercicios cognitivos, fraseología legítima pero cargada y sobrecargada de piel y corazón".
Memorias del Subdesarrollo 1, es la insistencia en traspasar nuestras emociones más primarias a los procesos cognitivos de comprensión del mundo social y político y de nuestras propias experiencias y no meramente de un enamoramiento de nuestras realidades y experiencias históricas. Memorias Iy II, tienen como objetivo supremo, que seamos capaces en conjunto, ir desde la emoción y superándola al mismo tiempo, a lograr entender que hay cuestiones razonables y muy reales que debemos saber y a partir de ellas implementar otras y nuevas acciones para no seguir sufriendo y así reconstruir nuestra vida, la libertad que nos merecemos y sobretodo la vida y la libertad de millones.
Dicho de otro modo, mis artículos, aunque generen ciertas emociones, no son una deslegitimación de la emoción ni de las experiencias particulares y de las culturas de la izquierda, sino una invitación que a partir de ellas seamos capaces de salir del enamoramiento de nosotros mismos y de las culturas políticas a las que pertenecemos, para comenzar a evaluar racionalmente nuevas alternativas de acción, es decir, cambiar nuestras acciones para cambiar el mundo.
Es cierto que el schok de la crítica y de la deconstrucción cognitiva de la propia vida, incluida ciertamente la mía, produce miedos y rabias, pero debemos ser capaces de superar esas emociones y ponernos firme y racionalmente a realizar nuestra autocrítica y gracias a ella y a partir de ella, construir en la acción la nueva propuesta. Si no lo hacemos, como lo dije anteriormente, no sólo continuaremos sufriendo, sino que haremos sufrir a quienes alguna vez creyeron en nosotros y que tienen aún cifradas sus esperanzas en la izquierda chilena, y además nos arriesgamos a quedarnos detenidos en viejos afectos y costumbres, que de poco sirven hoy, para transformar el mundo.
Por eso estos párrafos, no para negar la comprensión afectiva del mundo sino para usarla como pivote de la comprensión cognitiva y racional y edificar nuevas emociones y nuevos análisis para cambiar nuestras acciones y transformar el mundo social efectivamente:
"Memorias del Subdesarrollo, sólo entender nuestras rabias y miedos, nuestras penas y desbarajustes, sólo poner en primerísimo plano nuestras necesidades y carencias, nuestros tiempos y nuestras herencias mal habidas.Memorias del Subdesarrollo, al hacer un altar de los afectos, trastocando en demasía el espacio tan necesario del entendimiento. Memorias del Subdesarrollo, emociones variadas y propias, como si estas fueran la única realidad palpable. Memorias del Subdesarrollo, poner en la mesa del comedor, como quien pone un florero, nuestras historias de víctimas y no de verdugos, nuestras historias de heroicidad y no nuestros errores históricos".
De hacer el proceso bio-psico-social de pasar de la comprensión afectiva a la comprensión cognitiva, lograremos contrastar la primera con los procesos reales del mundo social, y así reformular nuestra propia comprensión afectiva para cambiar nuestra comprensión cognitiva y lo más importante, nuestras propias acciones sociales y políticas, que permitan transformar el mundo social y de esta manera formar, conformar y reformar profundamente un país para las mayorías, capaz de salir sobretodo del subdesarrollo mental, que nos permitirá entrar al desarrollo humanos en plenitud. Al amor de Chile.
"Hace algunos días me puse ha leer a dos siquiatras que hablaban del sentido de realidad y de la prueba de realidad. La primera es la experiencia afectiva de la realidad, siempre subjetiva e intransferible, la segunda el ejercicio cognitivo y racional sobre la realidad misma y también una puesta a prueba justamente de nuestra experiencia (afectiva)."
El proceso de conocimiento global no es sino en este entendido, una dialéctica entre comprensión cognitiva y comprensión afectiva. Las reuniones de colectivos políticos históricos, por ejemplo, comienzan con la recuperación, no sólo de la memoria del horror, sino también de la memoria del amor. Es necesario en esos encuentros recuperar todo aquello que (nos) convocó y las experiencias hermosas de relaciones sociales solidarias y con una carga afectiva enorme, que permitieron pasar por alto nuestros errores, nuestras debilidades y a su vez valorar todo aquello que era individual y colectivamente nuestras fortalezas y valores. En la izquierda hay muchísimo de la reserva ética de la patria.
Sin embargo las reuniones de colectivos, no son terapias de grupo, y aunque lo fueran, las terapias jamás se quedan en el mundo de los afectos como una ronda interminable de observación afectiva de lo humano. Lo humano es más amplio.
Así, tan necesario como reconocer(nos) en la memoria afectiva y en la visión particular de la realidad, es comenzar a reconocer los procesos y actos en los que efectivamente nos equivocamos ayer y hoy, como agrupaciones de lo político. Nos basta con saber y realzar el amor sino proyectar este amor y esta experiencia subjetiva de militancia en los procesos objetivados y de relaciones hacia un "afuera", hacia la comunidad y la sociedad y como en ella no supimos o no sabemos hacer lo que debíamos hacer o si lo hicimos, como otros fueron vencedores sobre nuestros actos y apuestas.
Es cierto que no es posible conocer la realidad sino es a partir de uno mismo y de las propias experiencias, pero también es cierto que es posible contrastar pensantemente nuestra propia experiencia, no sólo con las experiencias de los demás sino con los procesos de la realidad social en su conjunto. Lo que ayer decíamos, que querer es poder, es absolutamente falso. Querer no es poder, querer es querer, y poder es poder. Por eso que en el fondo, cuando recorremos el camino de la relación dialéctica entre la experiencia propia y la comprensión de esta experiencia y del mundo de las relaciones, más allá de nuestros afectos y emociones, pero pasando por estas, logramos poner al día nuestro querer y nuestro poder, logramos pensar nuevas acciones eficaces.
Yo quiero un Chile más justo, más igual, yo quiero el socialismo en mi patria, yo quiero que ese socialismo sea libertario y no autocrático, yo quiero que la izquierda chilena sea capaz de trabajar unida y comandar el cambio. Pero los procesos que se dan más allá de nuestras voluntades son otros. ¿Como podemos realizar un acoplamiento entre nuestro querer y la realidad social que a veces se aleja tanto de él?
Acaso una respuesta tentativa, es tratar de adecuar nuestros quereres y el valor que les damos a nuestra experiencia y la mirada propia de la realidad, con aquello que efectivamente sucede en nosotros y en los otros y a partir de ello, pensar en lo que podemos hacer, evidentemente por aquellos derroteros que más se acercan a nuestros afectos, a nuestra voluntad, a nuestras expectativas, a nuestro amor y a nuestro proyecto estratégico.
Mis primeros artículos fueron de trinchera, fueron un golpe, un schock a los afectos y a las identidades, pero tenían y tienen un propósito, si se puede decir superior,: deconstruimos identidades, quereres y valores e incluso saberes y proyectos, para a partir del derrumbe de lo viejo, construir nuevos valores, nuevos amores, nuevas identidades proyectos y acciones que nos permitan edificar efectivamente aquello que realmente queremos, en consonancia con lo que pasa en el mundo y en Chile. Porque en el ejemplo de la izquierda chilena, que somos nosotros mismos, hay una promesa incumplida, no hemos logrado construir el socialismo, el amor de Chile, como dice el poeta.
Decía en el primer artículo sobre la Memoria del Subdesarrollo: "Sé muy bien que cuando escribo estoy expuesto al juicio de los demás. El problema, y así lo he observado reiteradamente, y los invito a revisar los comentarios variados, es que los juicios de estos demás, rara vez son racionales, rara vez apuntan a poner en entredicho las premisas y conclusiones de mis artículos, siempre apuntan a la memoria afectiva de cada uno, a la experiencia íntima de la realidad. A la historia muy propia de su alegrías y penas. Por tanto el ejercicio de respuestas a mis textos, son siempre o casi siempre falta de ejercicios cognitivos, fraseología legítima pero cargada y sobrecargada de piel y corazón".
Memorias del Subdesarrollo 1, es la insistencia en traspasar nuestras emociones más primarias a los procesos cognitivos de comprensión del mundo social y político y de nuestras propias experiencias y no meramente de un enamoramiento de nuestras realidades y experiencias históricas. Memorias Iy II, tienen como objetivo supremo, que seamos capaces en conjunto, ir desde la emoción y superándola al mismo tiempo, a lograr entender que hay cuestiones razonables y muy reales que debemos saber y a partir de ellas implementar otras y nuevas acciones para no seguir sufriendo y así reconstruir nuestra vida, la libertad que nos merecemos y sobretodo la vida y la libertad de millones.
Dicho de otro modo, mis artículos, aunque generen ciertas emociones, no son una deslegitimación de la emoción ni de las experiencias particulares y de las culturas de la izquierda, sino una invitación que a partir de ellas seamos capaces de salir del enamoramiento de nosotros mismos y de las culturas políticas a las que pertenecemos, para comenzar a evaluar racionalmente nuevas alternativas de acción, es decir, cambiar nuestras acciones para cambiar el mundo.
Es cierto que el schok de la crítica y de la deconstrucción cognitiva de la propia vida, incluida ciertamente la mía, produce miedos y rabias, pero debemos ser capaces de superar esas emociones y ponernos firme y racionalmente a realizar nuestra autocrítica y gracias a ella y a partir de ella, construir en la acción la nueva propuesta. Si no lo hacemos, como lo dije anteriormente, no sólo continuaremos sufriendo, sino que haremos sufrir a quienes alguna vez creyeron en nosotros y que tienen aún cifradas sus esperanzas en la izquierda chilena, y además nos arriesgamos a quedarnos detenidos en viejos afectos y costumbres, que de poco sirven hoy, para transformar el mundo.
Por eso estos párrafos, no para negar la comprensión afectiva del mundo sino para usarla como pivote de la comprensión cognitiva y racional y edificar nuevas emociones y nuevos análisis para cambiar nuestras acciones y transformar el mundo social efectivamente:
"Memorias del Subdesarrollo, sólo entender nuestras rabias y miedos, nuestras penas y desbarajustes, sólo poner en primerísimo plano nuestras necesidades y carencias, nuestros tiempos y nuestras herencias mal habidas.Memorias del Subdesarrollo, al hacer un altar de los afectos, trastocando en demasía el espacio tan necesario del entendimiento. Memorias del Subdesarrollo, emociones variadas y propias, como si estas fueran la única realidad palpable. Memorias del Subdesarrollo, poner en la mesa del comedor, como quien pone un florero, nuestras historias de víctimas y no de verdugos, nuestras historias de heroicidad y no nuestros errores históricos".
De hacer el proceso bio-psico-social de pasar de la comprensión afectiva a la comprensión cognitiva, lograremos contrastar la primera con los procesos reales del mundo social, y así reformular nuestra propia comprensión afectiva para cambiar nuestra comprensión cognitiva y lo más importante, nuestras propias acciones sociales y políticas, que permitan transformar el mundo social y de esta manera formar, conformar y reformar profundamente un país para las mayorías, capaz de salir sobretodo del subdesarrollo mental, que nos permitirá entrar al desarrollo humanos en plenitud. Al amor de Chile.