La casa

Foto de Rebeca Videla Rosales

x Fesal Chain


Es cierto,
nunca me detengo
a observar la casa desde afuera,
la habito como una madriguera
como la guarida tibia
en que puedo pasear mis afrentas
mis pequeños y afilados dientes,
el preciado lugar donde mis sueños
reverdecen por la mañana
y se aprestan a sucumbir
como viejos adobes por la noche,
es tan cierto, jamás camino por la orilla de la casa,
no palpo la humedad de su contornos
ni la fría piedra que a sus pies asemeja
el foso infinito de un derruido castillo para pobres,
no recorro la casa desde afuera,
y como el niño que fui
sólo nombro y signo al mundo desde ella,
tomo el fuego de sus marcos,
su única entrada como túnel a un útero implacable,
y la impresionista pincelada de sus muros,
como los saltos de agua
de una fósil cordillera en Coñaripe,
o el lomo acerado del salvaje caballo de Choshuenco
y la jabonosa madera negra de Liquiñe.

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