Querido padrino


Fesal Chain

Yo siempre supe que eramos tremendamente distintos, y durante al menos una década antes de tu partida, construí la distancia irrecuperable entre nosotros. Era la obligación que me auto impuse sin remilgos ni lloriqueos. Es que nunca perdoné tus ideas funcionarias, y creo que tu tampoco las mías, socavando "tu viejo gobierno de difuntos y flores". Pero hoy, recuerdo esa tarde adolescente en que te grité mis rabias y querellas, tú te quedaste en silencio, un silencio que nunca más rompiste, a lo mejor recorriste mi infancia, cuando te acompañaba en el mesón de telas y cigarros, o cuando cocinábamos juntos y salíamos en mangas de camisa con un enorme fondo de comida, a repartir por las calles el almuerzo a tus hijos y parientes, como en una escena del "Coronel no tiene quien le escriba". Ahora, que hace tantos y tantos años que no estás, y contra todo lo que puedan pensar y decir los amigos y enemigos, te susurro muy de cerca, que te amé más allá, mucho más allá de la lucha fratricida, porque en distintas y contrarias trincheras de la patria dividida, fuimos muy iguales, yo, el hijo de tu sencillez y de tu fuerza, tú, el padre de mi sentido común, y de mi caminata orgullosa de niño de provincia.

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