El peso o la levedad de mi utopía




Fesal Chain

Tres tristes gatos dando vuelta y un cigarro en la mano temblorosa, el peso o la levedad de mi utopía y las mismas palabras que se arrastran, como gotas sobre el ventanal de una casa de madera, girada hacía sí misma.

Y a quién le importa realmente, si el estado mental de mi estatura, se confunde o no con sus zapatos. Hoy, cada cual camina su camino, y se deja mimar por sus egolatrías, en un cielo que dejó de serlo hace centurias. Nada supone lo contrario, a menos que tus ojos se iluminen, con la verdad aciaga de estos días, que confunde rosas con coronas, y carceleros con profetas y mesías.

Te dejo con tus seguridades y certezas, tú me has abandonado antes, sin saberlo, pues mis versos e historias, esas que te golpean en los labios, han dejado de ser el bálsamo querido. Son latigazos y rabiosas dentelladas, para que despiertes del letargo.

Pero lo sé, como que el vino es vino y me arrebata, que siempre seré el perdedor de la batalla, y que cuando mi corazón y mi cerebro, descansen sobre piedras malolientes, me encontraré en el lugar de los poetas, de aquellos olvidados por la historia. Allí vendrá mi hermano Mayakovsky, con su cráneo a la vista de mortales, a recibirme con todas sus risibles muecas, sin algarabías, para arrebatarme la cándida mirada y los juguetes de madera blanca, que arastré en esta agonía.

El hombre que ha dejado de ser hombre, ese fantasma que choca cadenas con cadenas, podrá tener fiestas y regalos, por mi parte, no puedo ni debo traicionarme, aún cuando todo el cielo de esta tierra, caiga sobre mi destino y estadía, y me triture los brazos y las piernas, los ojos que guarde de niño en mi caja de colores, y los primeros versos de la nueva vida.

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