Valparaíso tres décadas
Entonces te levantas
como si fuese el primer día de algo
vas al baño, te mojas la cara
te miras al espejo y ves el mar
tomas libros
vas a la Plaza Victoria tiendes un paño
usados, leídos, releídos
como tu vida,
le has puesto empeño
has porfiado
intermitente como una estrella titilando
desde hace tres décadas,
amigos que ya no están
novias muertas enterradas sin lápida
y sin flores
mujeres que vienen y se van
como los barcos
como cerros de fuego
como seres mercantes
o el vuelo de pájaros prehistóricos
saliendo de las quebradas secas
desplegando sus alas de cartílagos
mientras Moraga canta
la canción del marino,
entonces te levantas pensando en ella
cual muchacha fantasma del siglo anterior
que guarda la compostura
en el baile de la fiesta de la primavera
con la boca cubierta
por su mano blanca como el cristal
o por un volátil abanico español,
y ya mojado por toda el agua del puerto
despiertas del ensueño
para volver al sueño
para volver a la niebla secreta
de la tarde que se posa en tu hombro,
imaginando cual el cantor
que caminas a la casa abandonada
a golpear su ventana
a arrugar sus sábanas
a batir su pecho
para acompañar dulce y feroz
su triste abandono.
