Memoria y trauma


Fesal Chain 

Para escribir Los Infelices estudie cientos de documentos de la época, desde 1973 a 1978. No solo sucesos, discursos, noticias y entrevistas, sino también testimonios de víctimas y victimarios. A su vez me adentré en la literatura del totalitarismo, la infancia y en mi vida de aquellos años. Pero sobre todo me pregunté por qué yo estaba escribiendo está novela. Y ahí entré al psicoanálisis de la memoria, de la violación de los DDHH. Nicolás Abraham y María Török. En ellos descubrí que la memoria no es en absoluto vulgar y mecánica, sino que al menos viaja como suceso traumático a saltos intergeneracionales. No importa si las víctimas directas de los sucesos viven, dejarán su experiencia, sus vergüenzas, sus miedos como secreto flotando, para que se depositen en una generación muy posterior. Si las familias, comunidades y sociedades no develan el cadáver en el closet, el trauma vuelve a aparecer. La mirada vulgar que el golpe sólo pertenece a quienes lo vivieron, o en el peor de los casos a víctimas y victimarios muy específicos, no resiste análisis. Es un hecho nacional que nos presiona una y otra vez. En el mundo social siempre "la tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos". Así, Los Infelices es sobre todo una novela de la memoria que apunta al trauma vivido de modo inconsciente en el presente.

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