La infelicidad de la imaginería de la felicidad
Fesal Chain
El militar y el cura, ahí
rotos de media suela
secos de labios partidos,
arrastrándose llegaron
entre deslumbrados luminosos
o perros vagos,
dejando caer su humanidad maltrecha
a orillas del río
a las faldas del cerro.
Como fichas de dominó
cayeron sin número
y así busca que te busca,
plantaron la iglesia
el fuerte de empalizadas
como si nada y todo,
sin más y sin menos
la espada y la cruz
el gobierno.
El gordo hediondo
dibujó las cuadras
con un palo seco,
desde el centro como hueco arenal
que se llamó plaza
hasta atrás y atrás,
alejándose.
El capitán
y de ahí para abajo
el obispo,
y de ahí para abajo
repartiéndose desde el centro
a la periferia,
para atrás, para atrás
todos los demás.
Y el indio
el indio,
ya verán.
El militar y el cura, ahí
rotos de media suela
secos de labios partidos,
arrastrándose llegaron
entre deslumbrados luminosos
o perros vagos,
dejando caer su humanidad maltrecha
a orillas del río
a las faldas del cerro.
Como fichas de dominó
cayeron sin número
y así busca que te busca,
plantaron la iglesia
el fuerte de empalizadas
como si nada y todo,
sin más y sin menos
la espada y la cruz
el gobierno.
El gordo hediondo
dibujó las cuadras
con un palo seco,
desde el centro como hueco arenal
que se llamó plaza
hasta atrás y atrás,
alejándose.
El capitán
y de ahí para abajo
el obispo,
y de ahí para abajo
repartiéndose desde el centro
a la periferia,
para atrás, para atrás
todos los demás.
Y el indio
el indio,
ya verán.